Es un disparate galopante, del que uno se ríe a carcajadas hasta que, de pronto, surge la inquietud: ¿de qué nos estamos riendo? Porque lo que sucede es horroroso: una familia "disfuncional" (como se dice ahora) termina eliminándose, unos a otros, en un mar de sangre y concualquier utensilio que encuentren a mano. (...) Importa menos semejante embrollo que el tono de farsa enloquecida que le impone el director, Alejandro Casavalle (quien, temporada atrás, dirigió aquella curiosa pieza de cámara que transcurría en el baño para hombres delMalba, ante no más de diez espectadores por función). Los intérpretes están a la altura del compromiso y es evidente que se divierten muchísimo, lo mismo que los espectadores. Pero cuando uno sale de la representación, de vuelta en la vida supuestamente "normal", comienza a cuestionarse qué sería esa normalidad, y si en verdad existe. Link